"Milagros Miceli: 'La IA no reemplazará todo; sigue dependiendo del trabajo precario de millones'" | Tecnología | EL PAÍS
La inteligencia artificial (IA) no es tan automática como se sugiere. Esta tecnología opera gracias a potentes computadoras que realizan cálculos sobre vastas bases de datos. Sin embargo, es necesario depurar y verificar estas bases de datos, un proceso manual que las empresas externalizan a multitud de trabajadores, quienes generalmente reciben una compensación baja; en ocasiones, apenas unos céntimos de dólar por cada tarea completada. Esta realidad fue documentada en el libro "Ghost Work" (en español, "Trabajo Fantasma"), publicado en 2019 por Mary Gray, antropóloga e investigadora de Microsoft, junto a su colega Siddarth Suri.
En el momento de publicarse esa obra, Milagros Miceli (Buenos Aires, 41 años), socióloga y doctora en Ciencias de la Computación, llevaba ya dos años investigando el tema. Cuando la contrataron en el recién creado Instituto Alemán de Internet —que lleva el nombre del pionero en IA Joseph Weizenbaum—, se abordaban las consecuencias sociales de los algoritmos desde un punto de vista muy teórico. Miceli quiso ir más allá. “Me pregunté si alguien estaba hablando con la gente detrás de esos algoritmos. Así llegué hasta los anotadores de datos, quienes etiquetan imágenes de sillas con la palabra ‘silla’ para que la máquina aprenda a distinguirlas, y luego en los trabajadores de datos, un concepto que desarrollamos nosotros”, explica.
Desde entonces, Miceli ha seguido ese tema. Hoy es una de las principales expertas en el poco conocido campo de los trabajadores de datos. También es investigadora principal en DAIR Institute, el centro fundado por Timnit Gebru, la responsable de ética de la IA de Google que fue despedida poco después de firmar un informe en el que la empresa no salía bien parada. Ha participado este mes de diciembre en las III Jornadas sobre pensar la justicia digital global, celebradas en Barcelona, para hablar sobre todo ello.